Las pastillas anticonceptivas pueden aumentar el riesgo de desarrollar várices o empeorar esta condición si ya está presente. Esto se debe a que los niveles elevados de estrógenos, presentes en muchos anticonceptivos hormonales, incrementan la probabilidad de formación de coágulos sanguíneos. Dichos coágulos pueden derivar en complicaciones graves como trombosis venosa profunda o, en casos más severos, un tromboembolismo pulmonar, una afección potencialmente mortal.
Además, los estrógenos tienen un efecto relajante sobre las paredes de las venas, lo que provoca vasodilatación. Este relajamiento dificulta el bombeo eficiente de la sangre de regreso al corazón, ya que las venas pierden parte de su tonicidad natural. Como resultado, la sangre tiende a acumularse en las extremidades inferiores, lo que eleva la presión en las venas y favorece la retención de líquidos, conocida como edema, en piernas y tobillos.
Esta combinación de factores —aumento de la coagulación, vasodilatación y acumulación de sangre— puede agravar las várices existentes o contribuir a su aparición en personas predispuestas. Por ello, si padeces várices o tienes antecedentes familiares de problemas circulatorios, es fundamental que lo comuniques a tu ginecólogo. Él o ella podrá evaluar tu situación particular y recomendarte la opción anticonceptiva más segura y adecuada para ti, considerando alternativas con menor impacto hormonal o métodos no hormonales si fuera necesario.
Si tienes alguna otra duda o inquietud, puedes comunicarte y agendar tu cita llamando al 092 171 515 o visitando la página web: www.pielsana.uy