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Nuestro sistema circulatorio está diseñado para moverse en un solo sentido, de modo que la sangre complete su ciclo y regrese al corazón. Así, la sangre rica en oxígeno fluye por las arterias, impulsada por el corazón, con el objetivo de irrigar hasta la parte más distante de nuestro cuerpo. Al mismo tiempo, el corazón actúa como un motor de aspiración para atraer la sangre pobre en oxígeno y rica en dióxido de carbono hacia los pulmones, donde se purifica.

Esta sangre circula por las venas en un trayecto que, especialmente en las piernas, sigue una dirección vertical. Pero, ¿cómo logra la sangre ascender por el sistema venoso? Gracias a que el corazón funciona como una bomba de aspiración, pero también por la contracción muscular que realizamos con las piernas, y, sobre todo, por las válvulas de las venas, que permiten que la sangre fluya solo hacia arriba, evitando el retroceso hacia abajo.

En ocasiones, el sistema venoso se debilita por diversos factores, perdiendo elasticidad. Como resultado, las venas se dilatan y las válvulas ya no cierran correctamente. Esto provoca un reflujo de sangre que dificulta su ascenso, lo que lleva a un estancamiento en esa zona: la sangre no sube ni baja, y las venas se expanden, volviéndose visibles y abultadas. A esto se les llama varices.

Según la Dra. Eibeth Castillo, las varices son más comunes en las piernas porque son la parte del cuerpo más difícil de irrigar, debido a su longitud y su posición opuesta a la gravedad en el retorno de la sangre venosa. Para facilitar este proceso, el sistema venoso se divide en dos capas: una superficial, que son las venas safenas, y otra profunda. Las varices suelen desarrollarse en las venas safenas, ya que son las más superficiales y visibles, pero también pueden originarse en las venas profundas. Además, las piernas son la parte del cuerpo que menos se mueve, se ven forzadas a permanecer en posiciones fijas durante el trabajo y, a diferencia de los brazos, rara vez se elevan para contrarrestar la fuerza de la gravedad.

Factores de riesgo

Varios estudios han demostrado que el riesgo de que los hijos desarrollen venas varicosas es del 89% si ambos padres sufren de Enfermedad Venosa Crónica (EVC), del 47% si solo uno de los progenitores la padece, y del 20% si ninguno tiene antecedentes.

El género es otro factor importante: las varices, en su forma más común (aunque existen otras variantes, algunas más graves), son más frecuentes en mujeres. «Aunque en estudios poblacionales no hay diferencias significativas entre géneros en cuanto a la prevalencia de varices, sí se observa una mayor incidencia de varices reticulares y telangiectasias [en forma de araña] en mujeres», explica el documento.

El embarazo también es un factor de riesgo relevante, ya que «los cambios hormonales durante el embarazo disminuyen el tono venoso, aumentan el volumen sanguíneo y aumentan la presión intraabdominal, lo que altera el retorno venoso y favorece la aparición de EVC».

La edad es otro factor de riesgo, ya que con el paso del tiempo las venas pierden elasticidad, pero también influyen la obesidad, una mala alimentación y el sedentarismo, que contribuyen al envejecimiento prematuro de las células.

Otros factores de riesgo incluyen el estreñimiento (que aumenta la presión intraabdominal), la exposición al calor, el uso de ropa ajustada (como fajas, cinturones, medias, zapatos) y trabajos que requieran permanecer sentados largos períodos, así como el uso de anticonceptivos orales.

Varices en verano

Especialmente en verano, cuando hace más calor, las varices pueden empeorar, produciendo dolor en las piernas. El calor dilata las venas y dificulta el retorno sanguíneo, que es el principal problema de esta enfermedad.

Otros factores que contribuyen al empeoramiento de las varices durante esta época incluyen el exceso de exposición al sol, que aumenta los procesos inflamatorios; una dieta baja en fibra, que promueve el estreñimiento y la presión intraabdominal; un estilo de vida más sedentario en personas que normalmente realizaban actividades físicas; y la deshidratación, que es más común durante el calor y la exposición al sol.

Por eso, es importante enfocarse en estos puntos para aliviar el dolor de las varices. El ejercicio físico es fundamental: en vacaciones, hay que procurar caminar mucho, subir escaleras, nadar, andar en bicicleta o hacer ejercicios de piernas acostados en el suelo, para mejorar la circulación y mantener la elasticidad de las venas. «Nadar, tanto en la playa como en la piscina, es excelente para la circulación venosa», explica el médico. «También se recomienda caminar, incluso por la orilla del mar o dentro del agua, con el agua a nivel de las rodillas», agrega.

Es fundamental evitar fuentes de calor en las piernas, como duchas o baños demasiado calientes, y la exposición solar prolongada en las zonas afectadas. En cambio, se deben usar cremas con protección solar para reducir los procesos inflamatorios. «Lo más importante es usar protector solar con factor alto, repitiendo su aplicación varias veces al día, especialmente si sudamos mucho o nos metemos al agua, aunque se indique que es resistente al agua». También se recomienda evitar la exposición solar directa durante las horas de mayor intensidad, entre las 12 y las 16 horas.

De vez en cuando, es bueno aplicar frío en las piernas o darse duchas de agua fría y baños frecuentes. El contraste térmico, del calor al frío, favorece la elasticidad de las venas.

Mantenerse hidratado es clave, especialmente si estamos tomando sol. Además, la dieta debe ser rica en frutas y verduras, y baja en sal, grasas saturadas, azúcares y picante, para favorecer la digestión y el tránsito intestinal. También se deben evitar prendas demasiado ajustadas, ya que dificultan la circulación.

Finalmente, es importante no permanecer demasiado tiempo de pie sin moverse ni estar mucho rato acostado en la arena, en la tumbona o en la toalla de la piscina. Se recomienda romper estas rutinas con paseos cortos y flexiones de piernas. «Al final de la tarde, después de un día activo en la playa», es recomendable elevar las piernas para mejorar el retorno venoso.

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